La unión estrecha se localiza justo en el límite entre las caras apical y basolateral y actúa como una barrera de difusión que regula el paso de iones y moléculas a través de la ruta paracelular (espacio lateral entre célula y célula. También participa en el mantenimiento de la polaridad celular, ya que impide el libre movimiento de los lípidos y de las proteínas a través de la membrana plasmática separando a ésta en los dominios apical y basolateral.
Si se analiza el interior de la membrana plasmática por criofractura, la unión estrecha aparece como una serie de filamentos en la cara protoplásmica y de surcos en la cara exoplásmica, que se entrcruzan formando una red.
A nivel molecular, la constitución de la unión estrecha parece seguir el paradigma de organización del resto de las uniones celulares: un dominio extracelular adhesivo representado por proteínas transmembranales, que en su región citoplásmica contactan a un agregado de varias proteínas que constituyen el dominio submembranal. Algunas de estas proteínas son parte de mecanismos de transducción de señales, mientras que otras se unen a diversas proteínas del citoesqueleto.
La ocludina fue la primera proteína integral y transmembranal de las uniones estrechas.
La fosforilación de ocludina se incrementa significativamente durante la formación de las uniones estrechas, lo que lleva a especular sobre una posible regulación del funcionamiento de la unión a través de procesos de fosforilación-desfosforilación.
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